domingo, 9 de noviembre de 2008

Castillo azul.

Acostado en mi cama, preguntándome porque parece que todos los satélites me observan a mí. Siempre creí que estaba hecho para cosas grandes, la verdad, estoy equivocado.
Son las cosas pequeñas las que importan, son las cosas que menos te interesan, las que más deben interesarte. Estoy en una etapa de autoflagelación, y un estado auto inducido de tragedia mental.

No puedo creer que esto me pase a mí. No puedo creer que nunca haya aprendido las cosas básicas de la vida, sin ellas no sé cómo he sobrevivido a esta selva.

Por qué esta ciudad se siente tan extraña? Por qué esas luces que veo a la distancia parece que se burlan de mi? Sí hay alguien allá arriba, ruego que me lance un cable, porque estoy a punto de ahogarme entre ansias, desesperación y desilusión.
Es la última vez que finjo una sonrisa para el mundo, es la última vez que dejaré que alguien llegue a importarme.

Aún cuando puedo ser lo que ella me pida, aún cuando puedo cambiar hasta el color del cielo para cumplir sus caprichos, decido no hacerlo, decido dejarla, decido abandonar esa creencia de que en la vida existe algo llamado amor.
Lo desesperante de la situación, es que mientras caminas por la calle, y te estás sintiendo tan trágico, tan pobre, tan desesperado, y a la vez como si no valieras nada. Cuando al fin levantas la vista, te das cuenta que todos están sonriendo menos tú, que eres la única persona que se muere por dentro.

Y aún sabiendo que nunca fuiste como los demás, que estás hecho para algo grande, o al menos, vas a desempeñar un papel en algo significativamente grave, te sientes como si el mundo se riera de tus fracasos, como si cuando alguien te ve dijera “ahí va el que apuró las cosas, y nunca obtuvo nada” quisiera que la gente me conociera por las cosas que hago bien, no solo por mis fracasos.

Yo tenía el sueño de cambiar el mundo, de pintarlo de colores, y tener un castillo azul solo para la niña que me aceptara como soy. Y tengo el castillo azul, tengo mi armadura brillante, mi corcel blanco como la nieve, pero esa niña, esa niña no existe.

No hay comentarios.: